27 julio 2012

UN GRAN SOÑADOR NOS DEJO

Mi querido Joaquin el “ilusionista”, siempre tenía una sonrisa para ti. Sonrisa que componía más de una vez, ante tu presencia, aunque “la procesión la llevara por dentro”. Creador siempre buscando la palabra adecuada para expresar una situación un sentimiento… Un verdadero copy. Cuantas veces me ayudo con mis textos. Nos ha dejado el pasado 25 de mayo… Se ha marchado… Pude despedirme de el en el hospital unos días antes de su partida y como era de esperar al abrir sus ojos y vernos a Begoña y a mi “nos hecho una de sus sonrisas”… Ya veis… estoy aquí…..no sé porque estoy aquí…por que la verdad es que estoy bien…Tranquilizándonos. Contento de que sus hijas estuvieran con el cuidándole y mimándole. Adiós querido, estarás junto a la familia que se marcharon antes que tu, “tu capitán”, mama Charo, tu querida Sonia y Mauricio. Te llevare siempre en el recuerdo. El día 28 sus hijas Natalia y Melanie le dieron un homenaje en el Café Gijón. El café que el solía frecuentar y donde se encontraba con sus colegas. Brindamos por el un gran grupo de amigos como a el le hubiera gustado. En el jardin de la casa de Natalia se planto un Magnolio en su recuerdo. DAVID FELIPE ARRANZ Un buen amigo de Joaquin escribio esta reseña en el Pais Digital Muere Joaquín Parejo Díaz 24.05.12 | 14:42. Archivado en Cultura y actualidad o o Los periodistas vivimos un loco y frágil sueño de papel y todavía no nos hemos dado cuenta, mientras el espanto de los mercados nos amenaza con devorarnos y hace que apartemos la vista del verdadero conocimiento, que no es el que nos vende la casta política desde su tenderete de prostituta cara. Esta mañana me ha llamado el cineasta Raúl Peña, amigo y estrecho colaborador en Radio Inter, y me ha dejado sin habla durante un buen rato: “David, ha muerto hace apenas dos horas nuestro querido Joaquín”. Lo demás... dejó de carecer de importancia. Si bien sabía que Joaquín ya no contestaba a mis llamadas desde hacía tiempo y que no andaba muy bien de salud, no podíamos imaginarnos ni remotamente este rápido desenlace; se ha ido sin molestar a nadie, en silencio, dejándonos la expectativa de esa sonrisa única que él cultivaba y que le abría las puertas de los corazones de quienes lo queríamos. Se había convertido en un paseante de la ciudad, como Walter Benjamin, un pequeño filósofo que nos enseñaba a todos arrastrando melancolías, frecuentando tertulias –donde era autoridad indiscutible en el mundo del pop y del cine– y hollando avenidas de edificios ineludibles, de los templos de cultura. A Joaquín lo ha ganado un sopor delicado, como de siesta dulce de primavera, una enfermedad diagnosticada demasiado tarde y que lo ha aniquilado en muy poco tiempo. Los dolores, señores facultativos, amén de musculares, eran de corazón, de un mundo que él sabía que ya no iba a volver. Me presentó a Manuel de Blas: su gozo no era sino poner en contacto a personas que él quería, salvar los restos del naufragio de un mundo capaz de dejar que sus propios mitos se necrosaran, precisamente el imaginario que él mantenía vivo. Su vida parecía haberse escapado de un guión de Richard Lester; tocó todos los palos musicales y cinematográficos, escribió unas críticas maravillosas en diversas publicaciones, como Film Ideal o Fotogramas,para apoyar aquellos grupos artísticos y cinéfilos emergentes que a mediados de la década de los sesenta inundaron de entusiasmo la juventud española: Londres había llegado a Madrid y Joaquín fue uno de sus adalides. Director de promoción de EMI en los años dorados de los Beatles y los Rolling Stone y de catálogo de Hispavox, de sus trabajos en televisión destaca la serie “Gente menuda”, de TVE, producida en la década de los años 80 y protagonizada por su hija Melanie Parejo, que charlaba con aquella serpiente mimosa, y Paco Racionero, su gran amigo del alma, con el que bromeaba afirmando que fue su gran amor; aquél fue un divertidísimo proyecto personal y educativo que enseñaba a los más pequeños que la gran literatura y los mitos eran imprescindibles para el desarrollo personal de los niños: los piratas, los caballeros, los detectives y los gángsters desfilaban con la chavalería hispánica mientras merendábamos los domingos el bocata de la tarde que nos preparaban las mamás. Joaquín era un hombre de la edad ye-yé –como reza uno de sus títulos míticos–, que podría perfectamente haber sido uno de los componentes de Micky y los Tonys, un colega de David Hemmings en Blow-Up (1966), de Antonioni, o el quinto de los Beatles. Adoraba aquellos amores nacidos en los grupos musicales de jóvenes que despertaban a la libertad tras el invierno de la posguerra, entre chicos y chicas, cuando en medio de la pasión... uno de los dos se tenía que ir a París a aprender francés porque se lo habían ordenado sus padres y el otro se quedaba llorando ausencias en Madrid o en Barcelona… Esas cosas le encantaban. Joaquín era el espejo de aquel tiempo, un hombre que le coló de rondón al gris del Franquismo una ilusión multicolor que todavía brillaba en su mirada y en su sonrisa pirata y embaucadora, en su hablar tan suave y tan quedo. Aquel fervor cultural se había transformado en un ascua viva que jamás lo abandonó. Joaquín, siempre recomendando libros y películas, de los italianos, de los novelistas ingleses... Qué grande fuiste, querido amigo, y qué discreta sabiduría la tuya, sin ampulosidad y con tanta sencillez. Guionista, cinéfilo empedernido y un extraordinario lector, devorador de la gran literatura, Joaquín Parejo era un enamorado de la vida. De sus guiones, casi siempre escritos al alimón con Raúl Peña, destacan Zampo y yo (1966), de Luis Lucia; Los amores difíciles (1967), del propio Raúl Peña o el cortometraje “La máquina que hace pop” (1969), algunos de los títulos en los que se adivina la pluma de Joaquín Díaz. Su última colaboración profesional fue a través de la aportación de su experiencia y sabiduría en La Nueva Web, colofón a su trayectoria como comunicador. Porque a él lo que le gustaba era eso, estar en y con la vanguardia, con los jóvenes, con los emprendedores a los que hablaba de cosas importantes sin apenas ellos saberlo. Querido Joaquín, mi querido amigo, soñador de Quijotes y quimeras, romántico hasta marcharte con la más implacable y hermosa de las féminas, la Parca. Ella te ha llevado consigo dándote descanso, nos ha arrebatado tu persona fértil esta mañana. Descansa en paz.

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