En la parte norte de Argentina, han estado practicamente cortadas todas las carreteras, durante casi un mes, con huelgas por parte de los agricultores. La Presidenta, sus acolitos (llamados piqueteros que parecian paramilitares), no queria negociar, el pais a falta de alimentos, la gente en la calle con cacerolas. Ha sido un gran espectaculo todos los dias por television, escuchando las razones de cada parte.
Cuelgo este articulo que no tiene desperdicio ;
Por Raúl A. Montenegro - Thursday, Mar. 27, 2008
O COMO BRAMAN LAS CACEROLAS LLENAS DE SOJA DEL OBELISCO, Y NADIE OYE LASCACEROLAS SIN TIERRA DE SANTIAGO DEL ESTERO).
Dedicado a la gente delMocase, y a los expulsados por la soja, la codicia, la ineptitud de losgobiernos, las topadoras y los plaguicidas. Por Dr. Raúl A. Montenegro,Biólogo. Premio Nóbel Alternativo (Estocolmo, Suecia) Presidente de FUNAM.Profesor Titular de Biología Evolutiva en la Universidad Nacional de Córdoba(Argentina). Qué duro es sentirse minoría en un país de falsas mayorías. Qué duro es verque el gobierno nacional y los ruralistas luchan entre sí cuando soncómplices necesarios del país sojero. Qué duro es ver cacerolas relucientesy llenas de soja RR en el asfalto civilizado de Buenos Aires. Que duro esver las cacerolas renegridas y sin tierra de los campesinos de Santiago delEstero. Que duro es ver a los estudiantes de universidades argentinas consus carteles de apoyo a los ruralistas en huelga, como si Monsanto y el CheGuevara pudieran darse la mano. Que duro es recordar que esas cacerolasrelucientes, esos estudiantes movilizados y esas familias temerosas deldesabastecimiento no salieron a la calle cuando los terratenientes de estesiglo XXI expulsaron a familias y pueblos enteros para plantar su sojamaldita. Qué duro es ver la furia ruralista al amparo de reyes sojeros comoel Grupo Grobocopatel. Qué duro es ver el rostro reseco de Doña Juanaexpulsada, de doña Juana sin tierra, de doña Juana con sus muertos bajo lasoja. Qué duro es ver que se cortan las rutas para que China y Europa nodejen de tener soja fresca, y para que Monsanto no deje de vender sussemillas y sus agroquímicos. Qué duro es comprobar, con los dientesapretados, y con el corazón desierto y sin bosques, que nadie habló ennombre de los indígenas expulsados de sus territorios, de sus plantasmedicinales, de su cultura y de su tiempo para que la soja y el glifosatosean los nuevos algarrobos y los nuevos duendes del monte. Qué duro es vercon las manos y tocar con los ojos que nadie habló en nombre de loscampesinos echados a topadora limpia, a bastonazos y a decisiones judicialessin justicia para que ingresen el endosulfán, las promotoras de Basf y laspalas mecánicas con aire acondicionado. Qué duro es saber que nadie habló ennombre del suelo destruido por la soja y por el cóctel de plaguicidas. Quéduro es comprobar que muchos productores, gobiernos y ciudadanos no sabenque los suelos solo son fabricados por los bosques y ambientes nativos, ynunca por los cultivos industriales. Qué duro es saber que para fabricar 2,5centímetros de suelo en ambientes templados hacen falta de 700 a 1200 años,y que la soja los romperá en mucho menos tiempo. Qué duro es recordar que el80% de los bosques nativos ya fue destrozado, y que funcionarios yproductores no ven o no quieren ver que la única forma de tener un país mássustentable es conservar al mismo tiempo superficies equivalentes deambientes naturales y de cultivos diversificados. Qué duro es observar cómose extingue el campesino que convivía con el monte, y cómo lo reemplaza unagran empresa agrícola que empieza irónicamente sus actividades destruyendoese monte. Qué duro es ver que el monocultivo de la soja refleja elmonocultivo de cerebros, la ineptitud de los funcionarios públicos y elsilencio de la gente buena. Qué duro es saber que miles de Argentinos estánexpuestos a las bajas dosis de plaguicidas, y que miles de personas enfermany mueren para que China y Europa puedan alimentar su ganado con soja. Quéduro es saber que las bajas dosis de glifosato, endosulfán, 2,4 D y otrosplaguicidas pueden alterar el sistema hormonal de bebés, niños, adolescentesy adultos, y que no sabemos cuántos de ellos enfermaron y murieron por culpade las bajas dosis porque el estado no hace estudios epidemiológicos. Quéduro es saber que los bosques y ambientes nativos se desmoronan, que lascuencas hídricas donde se fabrica el agua son invadidas por cultivos, y queArgentina está exportando su genocidio sojero a la Amazonia Boliviana. Quéduro es comprobar que las cacerolas relucientes son más fáciles de sacar quelas topadoras y el monocultivo. Qué duro es comprobar que en nombre de lasexportaciones se violan todos los días, impunemente, los derechos degeneraciones de Argentinos que todavía no nacieron. Qué duro es ver lasimágenes por televisión, los piquetes y las cacerolas mientras las almas sintierra de los campesinos y los indígenas no tienen imágenes, ni piquetes, nicacerolas que los defiendan. Qué duro es comprobar que estas reflexionesescritas a medianoche solo circularán en la casi clandestinidad mientrasMonsanto gira sus divisas a Estados Unidos, mientras las topadoras desmontanmiles de hectáreas en nuestro chaco semiárido para que rápidamente tengamos19 millones de hectáreas plantadas con soja, y mientras miles de niñosargentinos duermen sin saber que su sangre tiene plaguicidas, y que su paísalguna vez tuvo bosques que fabricaban suelo y conservaban agua. Muy cercade ellos las cacerolas abolladas vuelven a la cocina.
Dr. Raul A. Montenegro, BiologoPresidente de FUNAMPremio Nobel Alternativo 2004 (RLA-Estocolmo, Suecia).Profesor Titular de Biologia Evolutiva,Universidad Nacional de Cordoba (Argentina)
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