Niega, niega, niega, di que no, que jamás, que no se te ha pasado por la mente. No, no estoy haciendo un elogio de la mentira, sino de la piedad. El hombre, como tu, prefiere no saber de una aventura que solo fue casual. No lo tortures con una sinceridad y una franqueza innecesarias. No te confieses ni te sientas culpable. Y aunque haya indicios ciertos, niega, niega, que es mejor dejar una duda por la que el hombre pueda treparse hasta e olvido. Ya lo decía mi maestro Ovidio: “Como eres bella, admito que me traiciones, lo que no admito es que me hagas desgraciado haciéndomelo saber. Yo no pretendo con mi censura que te vuelvas pudorosa; lo que te pido es que intentes fingir.”
Seré aun más concreto: ten piedad de nosotros; los hombres adoramos el engaño. Mejor dicho, no queremos saber la verdad, aunque en e fondo la intuyamos muy bien. No nos quites la posibilidad de seguirte queriendo. Así como no es posible vivir siempre desnudos, tampoco es soportable la verdad permanente. No te confieses, no seas transparente, no pretendas quitarte un peso de conciencia. O hazlo con un cura, pero jamás con tu pareja.No habrá culpa mayor que la incapacidad de esconder bien las culpas. Para no declarar verdades inútiles, ya lo sabes, tomate a sorbos largos una de esas bebidas escocesas, con rocas o sin ellas. Y dale a el también un trago, que el whisky favorece sentimientos opuestos: alimenta el engaño y la credulidad.
Texto: Del libro de "Tratado de culinaria para mujeres tristes'
Seré aun más concreto: ten piedad de nosotros; los hombres adoramos el engaño. Mejor dicho, no queremos saber la verdad, aunque en e fondo la intuyamos muy bien. No nos quites la posibilidad de seguirte queriendo. Así como no es posible vivir siempre desnudos, tampoco es soportable la verdad permanente. No te confieses, no seas transparente, no pretendas quitarte un peso de conciencia. O hazlo con un cura, pero jamás con tu pareja.No habrá culpa mayor que la incapacidad de esconder bien las culpas. Para no declarar verdades inútiles, ya lo sabes, tomate a sorbos largos una de esas bebidas escocesas, con rocas o sin ellas. Y dale a el también un trago, que el whisky favorece sentimientos opuestos: alimenta el engaño y la credulidad.
Texto: Del libro de "Tratado de culinaria para mujeres tristes'
Autor: Hector Abad Faciolince. Colombiano
Charitoooo, me acabaré comprando ese libro ;-) y tomando un agüita de Escocia con rocas ..jajaja
ResponderEliminarTe noto muy "parlanchina", no me da tiempo a leer todos tus posts.
Un abrazo y cuídate reina.